Gracias es poco.
Y escribirte jodidamente difícil.
Imaginar lo sencillo,
llorar lo que nunca haremos. Mentira.
Miles de palabras,
sin salida hacía ninguna parte
y recuerdos de una broma
en aquella noche decadente.
Claridad desgarradora
la que trajiste en un instante,
y me tienes en tus manos...
como bien diría Sabines.
Esperanza negra,
preciosa,
como el color de tus ojos
y es que nunca cambió tanto el mundo
sin que nadie se enterase.
PD:
Mi primer haiku
siempre lo imaginé
pensando en ti.
1 comentario:
Son esas manos
cuando me acarician
las que me matan
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